EPara elegir un vino hay varios factores que deberíamos tener en cuenta, un primer filtro son nuestros gustos personales y nuestro presupuesto.
A menudo olvidamos que la comida, la hora del día, la estación del año o la compañía, influyen en el consumo de un vino.
Ya hemos hablado en alguna ocasión sobre las bases del maridaje y cómo combinar de manera certera vino y comida. El maridaje también nos indicarán el orden de servicio. Con los aperitivos podemos servir finos, manzanillas e incluso oportos, pero también podemos echar mano de cavas y champagnes. Durante el resto de la comida los blancos más ligeros y rosados se disfrutan más si se sirven antes que los blancos con mas cuerpo, tintos jóvenes y tintos con crianza por ese orden. Finalmente junto con los postres podemos servir los vinos dulces y para finalizar vinos generosos.
Durante un almuerzo a media mañana, donde aún tenemos todo el día por delante, siempre es más adecuado un blanco ligero o un tinto joven. Durante una comida o una cena más reposada podemos dar rienda suelta a blancos o tintos más complejos y con cuerpo.
El calor también se combate mejor con un blanco o rosado ácido y fresco, o incluso un tinto ligero. Los días de invierno piden más un vino más denso, con cuerpo y grado alcohólico.
Como regla general, las ocasiones simples requieren vinos sencillos y las ocasiones especiales de vinos más complejos. Además un vino singular o de una bodega histórica da mucho que hablar y genera más conversación que otros vinos más tecnológicos y sencillos.
Finalmente no olvides la compañía, si quieres triunfar vale la pena tener en cuenta los gustos particulares de cada uno, elegir una variedad o una zona vitivinícola concreta por la que alguien tiene especial predilección puede ser la clave.