La viticultura en Chile, como en el resto de Sudamérica, tiene su origen en los conquistadores españoles. Los viñedos chilenos se extienden a lo largo de 5.200 km de largo y 200 km de ancho con una gran diversidad de suelo y clima. El sector del vino en Chile está muy orientado a la exportación, cerca del 70% del vino chileno se exporta. Además, una mano de obra barata y unas condiciones climáticas privilegiadas, que permiten altos rendimientos, dan como resultado vinos a precios muy competitivos.
No existe una división regional oficial pero desde 2011 los productores chilenos hablan de la Costa, Entre Cordilleras y los Andes. En entre Cordilleras se encuentra la zona más importante, la Central, origen de la viticultura chilena que se extiende a lo largo de 1000 km. Es en esta zona, donde se comenzó a elaborar de manera más refinada y, actualmente, da algunos de los mejores caldos chilenos. El valle de Maipo es el más conocido, posee un clima cálido y es la subzona más pequeña pero la de mayor concentración de bodegas. Su proximidad con la capital contribuyó a expandir la viticultura en el valle y el establecimiento de bodegas clásicas como Concha y Toro.
Si analizamos las variedades cultivadas en Chile, podemos comprobar la influencia de Burdeos. Predomina la Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Malbec (Cot), Merlot, gran parte de la cual resultó ser Carmenère, y Verdot. También se pueden encontrar buenos ejemplos de Syrah o Pinot Noir. Entre las variedades blancas destaca la Semillón, Sauvignon Blanc, Riesling y Moscatel. Además se han hecho vinos interesantes con Gewürztraminer, Viognier y Chardonnay.
Los vinos chilenos son cada vez más refinados y con mayor distinción regional lo que le convierte en un país para no perder de vista por la gran diversidad que ofrece.