La viticultura en Chile, como en el resto de Sudamérica, tiene su origen en los conquistadores españoles. Los viñedos chilenos se extienden a lo largo de 5.200 km de lEl tipo de conducción del viñedo es una de esas decisiones que influyen notablemente en el tipo de vino y en la rentabilidad de una explotación.
La elección del sistema de conducción es vital y condicionarán el tiempo que debemos emplear en el manejo y la intervención en el viñedo. Vamos a analizar a continuación las formas de conducción más frecuentes en nuestro país.
El vaso, es el sistema tradicional de conducción del viñedo. Las viñas en vaso están más cerca del suelo, por lo que el esfuerzo de la planta para acceder al agua es menor. Además permite una insolación de los racimos homogénea. El vaso es muy aconsejable en aquellas zonas de baja pluviometría pero totalmente desaconsejado para zonas húmedas ya que la proximidad del racimo al suelo potencia las enfermedades fúngicas. El mayor inconveniente es que obliga a una vendimia manual y por lo tanto a un mayor gasto.
El emparrado, al permitir que la parte aérea de la planta se desarrolle a cierta distancia del suelo favorece la aireación y por lo tanto es muy aconsejable en zonas de gran humedad. El mayor inconveniente es que se produce el sombreado de algunas hojas y racimos lo cual puede influir en un desarrollo irregular del viñedo. Al igual que el vaso, el emparrado obliga a una vendimia manual.
El viñedo en espaldera se puede conducir de varias maneras según el sistema de poda. Ofrece una estructura permanente de tronco y brazos hacia los dos lados que permite gestionar el vigor de la planta sin comprometer la calidad de la uva, adaptarse a la climatología (subiendo o bajando la altura de los brazos) y aprovechar al máximo el rendimiento de las variedades menos productivas. Su gran ventaja es que es mecanizable con los ahorros que esto supone para el viticultor.