La madera desempeña un papel decisivo en la evolución de los vinos cediendo elementos aromáticos y gustativos, facilitando la precipitación de sustancias inestables y permitiendo una micro-oxigenación permanente y lenta.
Tanto el roble francés como el americano han sido tradicionalmente utilizados para el envejecimiento de los vinos. En Rioja, debido a la influencia de la conquista española en América siempre ha habido más tradición en el uso del roble americano. Sin embargo, a día de hoy, la elección de uno u otro depende más de las características que queramos imprimir a nuestros vinos.
Tanto el roble francés como el americano pertenecen a la misma familia,Quercus. Sin embargo son especies diferentes. El primero es alto y de tronco fino. Da notas aromáticas serias, secas y especiadas como por ejemplo el clavo. El segundo posee menor contenido en taninos y gran riqueza en aldehídos y lactonas. Los aldehídos dan aromas a vainilla y las lactonas a coco. En general el roble americano tiene una influencia más violenta sobre el vino que el francés pero con menor carga tánica. De esta manera a la hora de elegir un roble u otro debemos de tener en cuenta lo que aporta cada uno de ellos al vino y decidir así cuál o cuáles utilizar y durante cuánto tiempo.
No hay que olvidar que lo económico influye. El roble francés es más caro, en parte por la forma de obtener las duelas. El roble americano al ser más denso y de grano fino tiene mayor rendimiento. Mediante el método del serrado se obtiene por cada 2 metros cúbicos de madera 1 metro cúbico de duelas. En el caso del roble francés, su alta porosidad y un grano más grueso obliga a utilizar el método del hendido en el que para obtener 1 metro cúbico de duelas necesitamos 5 metros cúbicos de madera.