El vino fue introducido en Australia por los colonos durante el siglo XVIII. En una época en la que los vinos generosos estaban de moda, Australia se centró en la producción de vinos fortificados.
Durante la década de los 70, el mercado de los generosos se vino abajo. Se introdujeron variedades nuevas y la mecanización del viñedo para elaborar vinos tintos y blancos. El crecimiento del consumo local fue motivando un aumento de la calidad.
A partir de 1990 creció la exportación de vino aumentando la producción. Actualmente dos terceras partes de la producción australiana se exporta y cuenta con tres grandes mercados, Estados Unidos, Reino Unido y China.
Los viñedos australianos se extienden a lo largo de 4.500 km con gran diversidad de climas y suelos. Las sequías y el efecto de algunos fenómenos meteorológicos como El Niño han afectado al viñedo australiano en la última década.
Las principales variedades tintas australianas son Cabernet Sauvignon, Shiraz, Malbec y Tourango. Siendo la Shiraz (Syrah) la más emblemática de Australia gracias al interés alimentado por el gurú del vino Robert Parker. Entre las variedades blancas destacan Semillón, Riesling, Sauvignon Blanc, Chardonnay, Gewürztraminer y Chenin Blanc.
Más de la mitad de la producción se concentra en Australia del Sur, donde se encuentran las principales organizaciones vitivinícolas. El valle de Barossa es el mayor distrito. Sus viñedos son capaces de producir uva más concentrada dando lugar a uno de los vinos más característicos: el shiraz de Barossa. Otras zonas importantes son Nueva Gales del Sur, conocida por su semillón y shiraz de gran cuerpo, Victoria donde podemos encontrar una importante producción de espumosos, Oeste de Australia con vinos de graduaciones alcohólicas elevadas, Queensland, la zona más fría y húmeda, y la isla de Tasmania cuyo clima más fresco, la hace muy apta para la elaboración de espumosos y blancos de calidad.