La poda es la manera que tiene el viticultor de organizar la producción del siguiente año y sacar el mejor rendimiento de la planta, según lo que busquemos.
Para entender la poda es fundamental entender que la vid es una liana, está diseñada genéticamente para alejarse y tiende a extender sus brazos (por lo tanto a producir madera en detrimento del fruto). A la naturaleza de liana hay que añadir la acrotonía, una cualidad que hace que la primera yema en brotar sea siempre la que está más alejada. Esta brotación inhibe la de las yemas que están por debajo. Cuando la rama o sarmiento está horizontal o hacia abajo esta tendencia disminuye porque la savia se reparte mejor y la brotación es más uniforme.
Entender esta naturaleza de la vid nos ayuda a ver claro el sentido de la poda y la conducción del viñedo en forma de Guyot o Cordón Goyat en la que los brazos de la viña se articulan a lo largo de un alambre para precisamente disminuir esta acrotonía. La poda por lo tanto servirá para promover una producción uniforme y limitar la producción de madera favoreciendo el desarrollo del fruto.
La poda se realiza durante el invierno y podemos distinguir entre la poda de formación, cuando la planta es joven y nos interesa formar los brazos, y la poda de producción realizada cada año. Se puede podar a vara (poda larga) o a pulgar (poda corta). En la primera se deja una vara que puede contener varios pulgares. En la segunda se dejan pulgares. Cada pulgar dará lugar a una yema de la que saldrán uno o dos racimos.
El viticultor experimentado sabe calcular y guardar una armonía en la planta mediante estas técnicas de poda, algo fundamental si no queremos tener una finca desequilibrada.