Entender el precio de un vino es importante como herramienta para poder evaluarlo de manera justa. Hay vinos cuyo precio es excesivo para lo que nos ofrecen y otros con una relación calidad-precio excelente que hacen que nuestra experiencia sea más satisfactoria.
Para entender el precio debemos analizar cuál es el valor objetivo de lo que contiene la botella. Una botella de vino contiene 75 cl de vino para lo cual se necesitan por termino medio alrededor de 1 kg de uva. Los medios para producir la uva son por lo tanto, el factor más importante para fijar el precio. Los viñedos con mayor intervención que exigen por lo tanto más mano de obra, una vendimia manual o un rendimiento por hectárea bajo son algunos de los elementos que aumentan el precio del vino.
La inversión que haga la bodega en instalaciones, depósitos, barricas, líneas de embotellado o etiquetado son influyentes. Además, está el presupuesto dedicado a innovación e investigación para diversificar productos que tendrá influencia en el coste de vino. Igualmente un vino con una larga crianza, tanto en madera como en botella, puede llegar a pasar varios años inmovilizado en la bodega y por lo tanto este amortizado se reflejará en su precio cuando salga al mercado.
Por otro lado el tipo de tapón: rosca, silicona, corcho corto o largo, así como el resto del packaging: tipo de cristal, forma de la botella y materiales y diseño de la etiqueta, también tendrán su influencia directa en el precio.
Finalmente hay un último factor más subjetivo, un vino además de resultar rentable teniendo en cuenta todo lo anterior, cuesta lo que el consumidor está dispuesto a pagar por él. Determinadas marcas y zonas vitivinícolas cuentan con una reputación que les permite elevar sus precios porque hay clientes potenciales dispuestos a pagarlos.