Los Chozos o Guardaviñas son una muestra de la arquitectura popular riojana de finales del siglo XIX, generalmente, son construcciones de forma circular, de una sola planta y como remate y cierre una falsa cúpula, que se asemejan a un Iglú de piedra.
Estos Chozos o Guardaviñas se pueden encontrar junto a los cultivos y viñedos en muchas zonas de La Rioja. Se empleaban para vigilar los viñedos (como indica su nombre) y a su vez servía de refugio a los agricultores frente a las inclemencias del tiempo.
Relacionan la aparición de estas construcciones a con la llegada de la filoxera a Francia, que supuso el despegue definitivo al desarrollo de la viticultura en La Rioja, que hasta entonces no se había desarrollado. Los agricultores franceses, en su afán por buscar fuentes alternativas, encontraron en La Rioja, un aliado perfecto. Esto se debe a la calidad de sus viñedos, aunque les faltaba la profesionalización.
¿Dónde encontramos estos Chozos o Guardaviñas?
Estos Chozos o Guardaviñas se localizan en la Rioja Alta, sobre todo en Ábalos, Briones, San Asensio y San Vicente de la Sonsierra donde podemos encontrar un chozo de dos plantas con una habitación en el piso superior.
En Fuenmayor, lugar donde se cultivan muchos de nuestros vinos se encuentra uno de los más grandes.
Indicar también, que hay varias rutas, especialmente indicadas para los amantes de la naturaleza y el vino. Una de ellas parte de San Asensio y la otra de San Vicente y recorren varios de estos singulares chozos.
Si quereis visitar y hacer alguna ruta relacionada con el vino, os aconsejamos leer nuestro artículo: ciudades de vino. Y por supuesto, os aconsejamos visitar y conocer Haro, desde donde parten algunas de las rutas del vino más interesantes. Haro es considerada una de las capitales del mundo del vino y merece la pena descubrir el porqué.
Climas y estilos de vino
Conocer las características climatológicas de una región nos ayuda a entender la personalidad de sus vinos además de orientarnos sobre lo que podemos esperar de ellos.
Para sobrevivir, la vid necesita una serie de inputs que dependen del clima de la zona en la que se encuentra. Se distinguen tres tipos de climas principalmente, el clima marítimo, el mediterráneo y el continental. Cada uno conforma un escenario diferente para el cultivo de la vid.
El primero de ellos es propio de zonas cercanas a grandes masas oceánicas. Se caracteriza por inviernos y veranos suaves, nubosos y con lluvias abundantes. En estas condiciones las variedades tintas tienen dificultades para alcanzar una maduración fisiológica completa y por eso las variedades blancas se adaptan mejor. Esta es la razón por la que en Galicia o el País Vasco encontramos vinos blancos de gran acidez y frescor como el albariño o el txakoli.
El clima mediterráneo gracias a la influencia del mar del mismo nombre, también se caracteriza por inviernos suaves pero con temperaturas generalmente más elevadas, lluvias menos abundantes y más horas de sol. En estas zonas podemos encontrar tanto blancos como tintos, si bien los blancos no serán tan frescos y ácidos como los anteriores y los tintos tienden a ser un poco más ligeros que los de clima continental. Un ejemplo claro sería el Penedés.
El clima continental se caracteriza por las grandes diferencias de temperatura verano-invierno e incluso durante día-noche. La lluvia es escasa y la insolación muy alta. Por esta razón son zonas reconocidas por sus tintos potentes y con cuerpo como Ribera del Duero o Toro.
Publicado: 10/06/20146 / Revisado y modificado: 27/03/2022